miércoles, 24 de febrero de 2010

Cusco de Ayer y Hoy


Cusco de ayer y hoy I
Por el Búho
El Trome
28 de enero de 2010

Este Búho recuerda con nostalgia su primer viaje al Cusco. Nunca olvidaré que, desde Arequipa, tomamos el tren hacia la Ciudad Imperial. Pese a que estábamos en primera clase, el viaje hasta la parada en Juliaca fue durísimo. El tren se eleva hasta las más gélidas punas de la frontera entre Arequipa y Puno, con temperaturas bajo cero. Las lunas se convertían en hielo y cuando se derretía con el calor del humor de los pasajeros te mojaba. Los asientos no eran reclinables y muchos optamos por dormir en el suelo. Solo cuando llegamos a Juliaca, con el día, se puede apreciar uno de los paisajes más bellos del país, el tramo cuando del tren pasa por Sicuani, Ayaviri. Allí subían los ambulantes con polleras para ofrecer carnero asado, anticuchos, chicharrones, mote o papa con ajicito. El paisaje de eucaliptos, el río, llamas, alpacas, ovejas. El olor a naturaleza viva inflaba y purificaba mis contaminados pulmones de un universitario de 18 años llegado de Lima, una selva de concreto.

En Cusco me alojé en una preciosa casona camino a Sacsayhuamán, desde donde se veía toda la ciudad y la Plaza de Armas. En ese tiempo, 1980, Cusco era un pueblo para los ciudadanos del mundo, sin distingos de nacionalidad, pero sobre todo, de dinero. No había hoteles cinco estrellas ni restaurantes cinco tenedores. Los hoteles más caros eran baratísimos para los extranjeros y había posada hasta de 2 dólares para los 'mochileros'. En las noches, en la discoteca 'Abraxas' o en la movida calle 'Procuradores', se juntaban millonarios de Park Avenue con jóvenes estibadores españoles, universitarios brasileños o artesanos bolivianos.

El tren, para ir a Machu Picchu, era uno solo y únicamente variaba el horario. Con el ticket más barato te levantabas a las 5 de la mañana para salir a las 6. El otro te permitía salir a las 9. Todos los turistas íbamos juntos. Nunca, en la más fantasiosas de las ficciones, esos turistas podían imaginar que 30 años después, luego de un terrible desastre, la ayuda se iba a segmentar entre los que llegan del 'primer mundo' (USA, Japón, Europa) y 'el resto', léase latinoamericanos en general. ¿Qué diría la mexicana Emilia que me robó el corazón en las alturas de Machu Picchu? Me quedé corto, mañana continúo. Apago el televisor.


Cusco de ayer y hoy II
Por el Búho
29 de enero de 2010
Trome
 
Este Búho recordaba su primer viaje a Cusco. Contaba que en 1980 el turismo era horizontal, millonarios o mochileros comían en los mismos restaurantes, iban a las mismas discotecas, viajaban en el mismo tren y fuera de los aguaceros propios de la región, no se producían desastres naturales como el que vemos actualmente. Bellísimos albergues en Ollantaytambo se han destruido. El espectacular y mítico Camino del Inca, la obsesión de miles de turistas amantes de la aventura, se convirtió, de la noche a la mañana, en un 'camino de muerte', donde fallecieron una turista argentina y un guía peruano. El río Vilcanota, donde se hacía canotaje intrépido, entre risa y gritos, hoy es un río que transporta cadáveres de personas, vacas, chanchitos y llamas, televisores, muebles y sofás. Los turistas abandonados observan el río y se torturan al ver pasar a esos animales que podían haber servido para unos ricos chicharrones o pachamancas. Pero así de cruel es el destino y también la naturaleza. Justo cuando el departamento se llenaba de turistas millonarios, con hoteles carísimos, restaurantes cinco tenedores, ferrocarriles lujosos como el Expreso de Oriente, sucede esta desgracia que afectará a todos.
 
He estado en Cusco más de una docena de veces, llegando en avión y buenos hoteles, pero pierdo en mi memoria esos viajes y mantengo incólume mi mente el primero, en 1980. En tren, desde Arequipa y el regreso, en un destartalado ómnibus de la empresa 'Carmen Alto de Ayacucho', que se malograba en cada ciudad. Primero, al llegar a Abancay, donde nos dejaron una noche para dormir en el bus, pero con una gringa, los campesinos y pasajeros armamos una fiesta con ron, los comuneros con hojas de coca con cal -la gringa era experta- y me enseñó eso y muchas cosas más. Hoy esa ruta también está destruida por los huaicos. Paisajes hermosos, pueblos hospitalarios que sufren. ¿Será por eso que los Incas construyeron Machu Picchu en las alturas? ¿Porque sabían de la furia del Vilcanota cuando el dios Sol se enojaba? Pienso que el milenario Cusco sabrá levantarse. Es anterior a la República y la Conquista y sigue allí, como Machu Picchu, incólume. Apago el televisor.

No hay comentarios: