viernes, 12 de marzo de 2010

Historia de una crónica de color


20 Agosto 2007
Por Juan Gargurevich
Extraido del sitio Historia de periodistas y periódicos

“Lima, junio 18 (AP).- El terremoto que destrozó la vida de miles en la zona nor-central del Perú ha traído una ola de prosperidad a Lima.

Una ‘invasión’ de periodistas, fotógrafos, equipos de TV, tripulantes de aviones y helicópteros y demás personal de auxilio llegado del extranjero, han dejado las cajas registradoras sonando alegremente en los lugares dedicados a los turistas en la capital fundada por Pizarro”…

Esta fue la Entrada de la crónica que redactó el gringo Joe Mac Gowan, corresponsal en Lima de la Associated Press, para describir lo que creía que pasaba en Lima.

Es de imaginar el estupor de los militares velasquistas cuando leyeron el despacho publicado por “La Prensa”. Y debe recordarse que el propio general Velasco carecía absolutamente de humor y de paciencia.

Habían pasado dos semanas del terrible terremoto del 31 de mayo y el malhumor peruano era notorio;nadie estaba para “crónicas de color”. Setenta mil muertos no era cosa de broma.

Pero a Mac Gowan le pareció oportuno ponerle algo de salsa al drama. Y siguió escribiendo estupideces:

“Los conductores de taxis han expresado su asombro por los aviadores norteamericanos, que les pagan sin discutir lo que ellos les cobran (…) Los lustrabotas también están felices con su buena suerte. Están lustrando las botas de los pilotos hasta por cincuenta centavos de dólar, mientras que el costo de los residentes es de unos 6 centavos de dólar.

Muchos muchachos peruanos han aparecido usando las camisas kaki con nombres ingleses…”.
(…)
“Las jóvenes gitanas con sus trajes coloridos y escotadas blusas siguen a los visitantes por la calle para desearles la buena suerte, o tal vez el cuarto de un motel.

Una gitana se acercó a un norteamericano que usaba una chaqueta de vuelo y le dijo: ‘aviador, estoy enamorada de usted”. Se trataba de un fotógrafo y no sabía mucho español.

Las chicas de Lima han aparecido en masa después de meses de inactividad”…

Pero lo que colmó la paciencia militar fue el último párrafo:

“Sin embargo, el empleado de un hotel dijo que algunas de las jóvenes que rondaban el vestíbulo no eran prostitutas. ‘Son colegialas que piensan que pueden casarse con un aviador y viajar a los Estados Unidos. En estos días es difícil obtener una visa”.

Pues ese mismo día, Mac Gowan fue llevado al aeropuerto y expulsado sin contemplaciones. Y se lo mereció por tres razones: por ofensivo, por mentiroso y por mal periodista.

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